-Maestro, por favor, enséñame lo que es el Zen.
Chao-chou dijo:
-¿Has comido ya tu arroz?
-Ya las he comido.
-Entonces lava tu tazón
SER NO ES TENER.
Aunque poseyéramos todo lo que deseamos no estaríamos satisfechos. Esta es la causa de nuestra enfermedad, sobre todo en el seno de una sociedad que nos lo promete todo, pero que nos priva de lo esencial. Ya que lo esencial no es obtener, sino ser, y cuanto más tenemos, más deseamos, y cuanto más deseamos, menos somos.
Nuestra verdadera riqueza, la que nos pertenece en propiedad y que nadie puede robarnos, está dentro de nosotros mismos, profundamente escondida y casi siempre mal conocida.
Este fondo de nosotros mismos, estable y apacible, esta riqueza nuestra olvidada, sólo se puede descubrir a través de un método radical y riguroso.
El Zazen, la práctica constante y asidua del Zen, es la llave que abre este reino interior.
En el mundo del Budismo Zen, preguntas tales como: ¿Para qué? o ¿Por qué? carecen totalmente de sentido. La pregunta esencial es: ¿Cómo?. ¿Cómo vivir, cómo morir? De esta actitud se desprende una sabiduría práctica que puede ser aplicada a cada momento de la vida cotidiana: Cómo dormir, como tomar los alimentos, cómo caminar, cómo conducir el auto, cómo sentarse, cómo respirar, cómo atravesar de manera justa este corto lapso de tiempo que va desde nuestro nacimiento hasta nuestro ataúd? ¿Con qué actitud de espíritu?
Zazen no es, de todas maneras, una técnica de bienestar que se pueda usar con fines utilitarios. Más bien, es a través del abandono del egoísmo y de la crispación causada por la conciencia ególatra, como podemos sumergirnos, sin miedo, en nuestra existencia y evolucionar en ella como el pez en el agua, naturalmente, inconscientemente.
Es suficiente practicar Zazen, es decir, ponerse en postura, con la columna vertebral derecha, sentado sobre un cojín redondo y espeso, completamente inmóvil, y en un lugar tranquilo y silencioso. Se respira lentamente, profundamente, y se deja que el espíritu agitado se tranquilice así y se aclare.
Una reformulación moderna de la ética budista (del maestro zen Thich Nhat Hanh)
- No idolatrar ninguna doctrina, teoría o ideología, sea cual sea, incluido el budismo. Los sistemas de pensamiento budistas deben ser considerados como guías para la práctica y no como la verdad absoluta.
- No pensar que uno posee un saber inmutable o la verdad absoluta. Hay que evitar la estrechez de mente y el apego a los propios puntos de vista. Aprender y practicar la vía del no-apego con el fin de permanecer abiertos a los puntos de vista de los demás. La verdad sólo puede hallarse en la vida y no en los conceptos. Hay que estar dispuesto a continuar aprendiendo durante toda la vida y a observar la vida en uno mismo en el mundo.
- No forzar a los demás, incluidos los niños, a adoptar nuestros puntos de vista a través de ningún medio sea cual sea: autoridad, amenaza, dinero, propaganda o educación. Respetar las diferencias entre los seres humanos y la libertad de opinión de cada uno. Saber, sin embargo, utilizar el diálogo para ayudar a los demás a renunciar al fanatismo y a la estrechez de espíritu.
- No evitar el contacto con el sufrimiento ni cerrar los ojos ante él. No perder la plena conciencia de la existencia del sufrimiento en el mundo. Encontrar medios de acercamiento a los que sufren, ya sea a través de contactos personales, visitas, imágenes, sonidos... Despertarse y despertar a los demás a la realidad del sufrimiento en el mundo.
- No acumular dinero ni bienes cuando millones de seres sufren hambre. No convertir la gloria, el provecho, la riqueza o los placeres sensuales en la meta de la vida. Vivir simplemente y compartir el tiempo, la energía y los recursos personales con aquellos que están en la necesidad.
- No conservar la cólera o el odio en uno mismo. Aprender a examinar y a transformar la cólera y el odio cuando aún no son más que semillas en las profundidades de la conciencia. Cuando la cólera y el odio se manifiesten, debemos enfocar la atención sobre la respiración y observar de manera penetrante con el fin de ver y comprender la naturaleza de esta cólera u odio, así como la naturaleza de las personas que se supone son la causa. Aprender a mirar los seres con los ojos de la compasión.
- No perderse dejándose llevar por la dispersión o por el entorno. Practicar la respiración consciente y enfocar la atención sobre lo que está sucediendo en este instante presente. Entrar en contacto con aquello que es maravilloso, lleno de vigor y de frescor. Sembrar en uno mismo semillas de paz, de alegría y de comprensión con el fin de ayudar al proceso de transformación en las profundidades de la conciencia.
- No pronunciar palabras que puedan sembrar la discordia y provocar la ruptura de la comunidad. A través de palabras serenas y de actos apacigüadores, hacer todo el esfuerzo posible para reconciliar y resolver todos los conflictos, por pequeños que sean.
- No decir cosas falsas para preservar el propio interés o para impresionar a otros. No pronunciar palabras que siembren la división y el odio. No difundir noticias sin la seguridad de que son ciertas. No criticar ni condenar aquello sobre lo que no se está seguro. Hablar siempre con honestidad y de manera constructiva. Tener el coraje de decir la verdad sobre las situaciones injustas incluso si nuestra propia seguridad queda amenazada.
- No utilizar la comunidad religiosa para el interés personal ni transformarla en partido político. La comunidad en la que se vive debe sin embargo tomar una posición clara contra la opresión y la injusticia y esforzarse en cambiar la situación sin comprometerse en conflictos partidistas.
- No ejercer profesiones que puedan causar daño a los seres humanos o a la naturaleza. No invertir en las compañías que explotan a los seres humanos. Elegir una ocupación que ayude a realizar el propio ideal de vida con compasión.
- No matar. No dejar que los demás maten. Encontrar todos los medios posibles para proteger la vida y prevenir la guerra. Trabajar por el establecimiento de la paz.
- No querer poseer nada que pertenezca a los demás. Respetar los bienes de los demás pero impedir cualquier tentativa de enriquececimiento a costa del sufrimiento de los demás seres vivos.
- No maltratar el cuerpo. Aprender a respetarlo. No considerarlo únicamente como un instrumento. Preservar las energías vitales (sexual, respiración y sistema nervioso) a través de la práctica de la Vía. La expresión sexual no se justifica sin amor profundo y sin compromiso. Concerniente a las relaciones sexuales, tomar conciencia del sufrimiento que puede ser causado a otras personas en el futuro. Para preservar la felicidad de los demás hay que respetar sus derechos y compromisos. Ser plenamente consciente de la propia responsabilidad a la hora de traer al mundo nuevos seres. Meditar sobre el mundo al que traemos estos seres.
MAESTROS ZEN
-¿Cómo alcanzaré la vida eterna?
-Ya es la vida eterna. Entra en el presente.
-Pero ya estoy en el presente... ¿o no?
-No.
-¿Por qué no?
-Porque no has renunciado al pasado.
-¿Y por qué iba a renunciar a mi pasado? No todo el pasado es malo...
-No hay que renunciar al pasado porque sea malo, sino porque está muerto.
- Pensando en el estado de no-pensar - respondió el gran maestro Yakusan
- ¿Cómo el estado de no-pensar puede estar pensando?
- Hishiryo – agregó - Practico shiryo a propósito de fushiryo. Shiryo es pensar, fushiryo es no-pensar. No podemos pensar en no-pensar; hishiryo. Hishiryo; pensar sin pensar, no pensar sino pensar, pensar en lo más recóndito del no-pensamiento. Pensar más allá de los pensamientos
- ¿Cómo el estado de no-pensar puede estar pensando?
- Hishiryo. Al mismo instante, cada vez que pensamos en el estado de no pensar, inevitablemente usamos hishiryo.
ZEN Y BUSHIDO
La fusión del Budismo y del Shintoismo permitió la creación del Bushido, la Vía del samurai. Se puede resumir esta Vía en siete puntos esenciales:
1. Gi: la decisión justa en la ecuanimidad, la actitud justa, la verdad. Cuando debemos morir, debemos morir.
2. Yuu: la bravura teñida de heroísmo.
3. Jin: el amor universal, la benevolencia hacia la humanidad.
4. Rei: el comportamiento justo, que es un punto fundamental.
5. Makoto: la sinceridad total.
6. Meryo: el honor y la gloria.
7. Chuugi: la devoción, la lealtad.
Estos son los siete principios del espíritu del Bushido. Bu: artes marciales. Shi: el guerrero. Do: la Vía.
La vía del samurai es imperativa y absoluta. La práctica, por venir al cuerpo a través del inconsciente, es fundamental en ella. De aquí la gran importancia dada a la educación del comportamiento justo.
Las influencias entre el Bushido y el Budismo han sido recíprocas. Pero el budismo ha marcado al Bushido en cinco aspectos:
a) El apaciguamiento de los sentimientos.
b) La obediencia tranquila de cara a lo inevitable.
c) El dominio de sí ante cualquier acontecimiento.
d) La intimidad más grande con la idea de la muerte que con la de la vida.
e) La pura pobreza.
Un día, un samurai, gran maestro del kendo quiso obtener el verdadero secreto de la esgrima. Fue durante la era Tokugawa. A medianoche, fue al santuario de Kamakura, subió los numerosos peldaños que conducían hasta él y rindió gracias al dios del lugar, Hachiman. Hachiman, en el Japón, es un gran Bodhisattva que se convirtió en el protector del Budo. El samurai le rindió gracias. Al descender los escalones, a medianoche, sintió, bajo un gran árbol, la presencia de un monstruo de cara a él. Por intuición, desenvainó su sable en un instante y lo mató. La sangre brotaba y fluía por el suelo. Lo había matado inconscientemente. El Bodhisattva Hachiman no le había confiado el secreto del Budo. Pero gracias a esta experiencia, en el camino de vuelta, lo comprendió.
La intuición y la acción deben surgir al mismo tiempo. No puede haber pensamiento en la práctica del Budo. No hay ni un solo segundo para pensar. Cuando se actúa, la intención y la acción deben se simultáneas. Si se dice: “El monstruo esta ahí, ¿cómo matarlo?”, si se duda, sólo el cerebro frontal entra en acción. Así pues, cerebro frontal, thálamus (cerebro profundo) y acción deben coincidir, en el mismo instante, idéntico. De la misma manera que el reflejo de la luna no permanece sobre el curso del agua, mientras que la luna brilla y no se mueve. Esta es la conciencia hishiryo.
Cuando dejen de sublevarse los pensamientos
y se aquiete la conciencia,
la mente estallará en mil fragmentos,
dejando al descubierto la Verdad,
que siempre estuvo allí,
bloqueada por los conceptos.
El pasado quedó atrás,
el futuro aún no ha llegado,
el presente se nos escapa.
Las cosas cambian continuamente,
sin ningún fundamento firme.
Tantos nombres y palabras
confusamente creados por sí mismos,
¿cuál es la utilidad de la vida,
que transcurre inútilmente día a día?
No retengas tus viejas ideas.
No persigas tus nuevas fantasías.
Sincera e incondicionalmente,
indaga y reflexiona en tu interior.
Indagar y reflexionar, reflexionar e indagar,
hasta que llega el momento
en ya no son posibles más indagaciones.
Ese es el momento en que podrás
comprender
que durante todo tu pasado has estado
en el error.
Ryokwan
Bibliografía:
Corporación de estudios y artes orientales ZEN KITAIDO, Manual del Zen.
Deshimaru; Taisen, Zen y Artes Marciales
0 Oscuridades:
Publicar un comentario