Hace poco terminé de leer un libro excelente: Ilusiones Necesarias – Control del pensamiento en las sociedades democráticas del conocido Noam Chomsky.
Es un libro que además de dar pruebas contundentes de la abierta manipulación de la información y la “opinión general”, usa un método de doble moral, donde se defiende a rajatabla la independencia y la “libertad” (incluida la de expresión) siempre y cuando ésta esté dentro de la tendencia de pensamiento de los grupos poderosos.
Voy a pasar a realizar un gran resumen del libro en general, haciendo citas literales.
“[...] En 1917 un liberal llamado John Dewey se atribuyó el mérito de guiar a una población pacifista a la guerra bajo “ la influencia de un veredicto moral alcanzado tras la más completa de las deliberaciones por los miembros mas sensatos de la comunidad... una clase que se ha de describir de forma inclusiva pero aproximada como los ‘intelectuales’”, quienes habían “realizado el trabajo efectivo y decisivo a favor de la guerra”. [...] Dewey explicó que esta “lección psicológica y educativa” había demostrado “que a los seres humanos les resulta posible hacerse con los asuntos humanos y gestionarlos. Los “seres humanos” que habían aprendido la lección eran “los hombres inteligentes de la comunidad”, la “ clase especializada” de Lippmann, los “observadores fríos” de Niebuhr. Debían ahora aplicar sus talentos y su comprensión a “ lograr un orden social mejor reorganizado”, por medio de la planificación, la persuasión o la fuerza cuando ésta fuera necesaria, pero, insistía Dewey, solamente con el “uso refinado , sutil e indirecto de la fuerza”, no con “ los métodos groseros, evidentes y directos” empleados con anterioridad. El recurso sofisticado a la fuerza está justificado si satisface el requisito de “eficacia corporativa y economía en su empleo”. Las doctrinas recientemente articuladas de “ fabricación del consentimiento” eran un factor concomitante de los “ intelectuales tecnócratas, orientados hacia las políticas” que trascienden la ideología y que resolverán aquellos problemas sociales que pudieran permanecer por medio de la aplicación racional de los principios científicos.
Desde aquel tiempo el núcleo principal de intelectuales articulados ha demostrado una tendencia hacia uno u otro de estos polos, evitando los “ dogmatismos democráticos” en relación con la comprensión por parte de la gente de sus propios intereses, y permaneciendo conscientes de la “estupidez del hombre medio” y de su necesidad de ser llevado hacia el mundo mejor que sus superiores planifican para él.
Los principales objetivos de la fabricación del consentimiento son aquellos que se consideran como “ los miembros más sensatos de la comunidad”, los “ intelectuales”, los “ dirigentes de la opinión pública”, Un funcionario de la administración de Truman comentó que “no supone demasiada diferencia para el público en general cuales sean los detalles de un programa. Lo que cuenta es cómo ven el plan los dirigentes de la comunidad”, aquel “ que moviliza a la elite, moviliza al público”. La “opinión pública” que Truman y sus asesore se tomaron en serio e intentaron cultivar, era la de la elite de los “líderes de la opinión”, el “público de la política exterior”, y esto sucede de forma recurrente en los momentos en los que se ha de superar una “ crisis de la democracia” y se requieren medidas más vigorosas para relegar al público en general al lugar que le corresponde. En otros momentos se les puede satisfacer, es de esperar, con diversiones y una dosis permanente de propaganda patriótica, y fulminaciones contra diversos enemigos que ponen en peligro sus vidas y sus hogares a no ser que sus dirigentes permanezcan firmes ante la amenaza.
En el sistema democrático, las ilusiones necesarias no se imponen por la fuerza. Se han de instalar en la mente del público por medios sutiles. Un estado totalitario puede estar satisfecho con niveles bajos de lealtad hacia las verdades requeridas. Es suficiente que la gente obedezca, lo que piensen es una preocupación secundaria. Pero, en un orden político democrático, siempre existe el peligro de que el pensamiento independiente se pueda traducir en acción política, de manera que es importante eliminar la amenaza de raíz.
No se puede silencia el debate, y de hecho, en un sistema de propaganda que funciona adecuadamente, no debería silenciarse, puesto que si queda constreñido a límites adecuados tiene una naturaleza que sirve para reforzar al sistema. Lo que resulta esencial es establecer los límites con firmeza. La controversia puede imperar siempre que se adhiera a los presupuestos que definen el consenso de las elites, y lo que es más, debería fomentarse dentro de estos límites, colaborando así al establecimiento de estas doctrinas como la condición misma del pensamiento pensable y reforzando al mismo tiempo la creencia de que reina la libertad.
[...] Por tanto es difícil escapar a los efectos de un sistema eficiente de propaganda que impide la disensión y los hechos indeseados al tiempo que alienta un animado debate dentro de los límites permitidos.
Respecto de una virtual, pero real Guerra que estableció USA contra Nicaragua y su resistencia, existen infinidad de hechos de la política estadounidense en general para con aquellos países que por alguna razón, les resulta una amenaza (ya sea por su independencia económica, por su modelo económico alternativo, etc)
En ese relato haciendo referencia a la cantidad de heridos que sufrió Nicaragua por causa de las tropas estadounidenses, Chomsky comenta que, tras destruir poblados enteros en Nicaragua, USA pretendía sólo dar ayuda humanitaria a un grupo determinado de nicaragüenses (aquellos que estaban a favor del modelo estadounidense, y se oponían al sistema socialista que comenzaba a redistribuir los bienes a los más pobres, mejorar las condiciones de salud y educativas generales de toda persona de Nicaragua y que, por tanto, se resistían a la ocupación de USA).
Posteriormente, el gobierno nicaragüense rechazo todo tipo de ardua proveniente de USA alegando, como dijo el embajador de Nicaragua en EEUU en ese momento “no tiene sentido recibir ayuda para los niños del mismo órgano que es responsable de sus daños. Es como si alguien te diera una paliza y luego, para descargar su conciencia, te pusiera una tirita. Y luego te volviera a dar una paliza”.
Por supuesto que toda la situación vivida por los nicaragüenses en esos momentos, era completamente censurada por los medios en USA. Las fuentes utilizadas en esos momentos para la redacción de editoriales y artículos eran más del 90% de fuentes capitalistas y empresariales (USA). La realidad de los hechos, la desventaja de armamento y las masacres que la CIA hacía en Nicaragua, era completamente redactado fiel a los hechos por los periódicos nacionales de dicho país. Pero USA, nunca usó las fuentes nicaragüenses a lo hora de explicar la situación que existía entre ambos países. Y esto es lo que formaba una opinión pública generalizada que se oponía y demonizaba a los nicaragüenses. USA no podía entender que los que resistían en Nicaragua habían logrado un nivel de vida muchísimo mejor al que poseyeron durante todos sus antiguos gobiernos, a pesar de las mil y un trabas que EEUU le ponía continuamente (como ejemplo: un bloqueo económico)
Y sin embargo, durante esa época, más del 80% de la población estadounidense consideraba que eran demonios. He ahí el efecto del sistema de propaganda.
Las interpretaciones y el sistema de propaganda
La hipocresía escribió Milton, es el “único mal invisible, salvo sólo para Dios”. Sin embargo, asegurarse de que “ ni hombre ni ángel puedan distinguir el mal” es una vocación exigente. Pascal la había comentado algunos años antes al observar “cómo los causitas reconcilian las contradicciones entre sus opiniones y las decisiones de los Papas, de los Concilios y de la Escritura”. “Uno de los métodos por medio de los cuales reconciliamos estas tradiciones es la interpretación de alguna frase. Así, si el Evangelio dice “dad limosna de lo que tenéis en exceso” y la tarea consiste en “liberar a los más ricos de la obligación de dar limosna”, “el asunto se arregla fácilmente dando a las palabras lo que tenéis en exceso una interpretación que haga que nunca o casi nunca nadie se vea afectado por tal cosa”. Los sabios eruditos demuestran que “lo que los hombres de mundo acumulan para mejorar sus circunstancias, o las de sus parientes, no se puede definir como un “exceso”, y, por tanto, los hombres de mundo, incluso los reyes mismos, casi nunca tienen nada en exceso” – a esto ahora lo llamaríamos reforma fiscal. Podemos, pro tanto, cumplir rigurosamente con las palabras del Evangelio a efectos de que “los ricos están obligados a dar limosnas de aquello que tienen en exceso.... aunque esto nunca, o casi nunca será obligatorio en la práctica”. “He ahí la utilidad de las interpretaciones”, concluye.
De esta forma, los intelectuales liberales utilizan el control del pensamiento en las sociedades democráticas. La herramienta más eficaz consiste en la limitación de lo pensable, que se logra por medio de la tolerancia del debate, incluso del fomento del mismo, aunque sólo dentro de los límites adecuados. Pero los sistema democráticos también recurren a medios más crudos, y el método de la “interpretación de alguna frase” constituye un instrumento destacado.
Así, la agresión y el terror estatal en el tercer mundo se convierten en la “defensa de la democracia y de los derechos humanos”, y la “democracia” se logra cuando se asegura que el gobierno esté en manos de “los hombres ricos que habitan en paz dentro de sus moradas”. A nivel nacional , el gobierno de los privilegiados se ha de garantizar, y se ha de reducir a la población a la situación de observadores pasivos, en las dependencias, podrían ser necesarias medidas estrictas para eliminar cualquier desafío a los gobernantes naturales. Bajo la interpretación adecuada de la frase, sí es verdad que el “anhelo de ver una democracia al estilo norteamericano duplicada en todo el mundo ha sido un tema recurrente en la política exterior de USA”. Por tanto no hay “contradicción” cuando anhelamos la democracia y la independencia para Vietnam del Sur al tiempo que destrozamos el país para erradicar al Frente de Liberacon Nacional, y al continuación pasamos a la destrucción de los budistas, organizados a nivel político, antes de permitir “elecciones” manipuladas. La casuística incluso nos permite seguir adelante dentro de esta línea, aunque reconozcamos que el terror de EEUU los obligo a “responder ante la fuerza para sobrevivir”, el enemigo indígena insistía en que su lucha contra USA y sus clientes “debería tener lugar a nivel político, y que el empleo del poder militar masificado era en sí mismo ilegítimo”. Nuestro rechazo de la política a favor del poder militar es natural, ya que también reconocíamos que el Frente de Liberación Nacional era el único “partido político que verdaderamente estaba basado en las masas de Vietnam del sur”, y que nadie “con la posible salvedad de los budistas, se creía en situación, por su numero y su poder, de arriesgarse a formar una coalición, temiendo que si lo hacían la ballena se tragaría al alevín”. Siguiendo un razonamiento similar, resultaba adecuado derrocar la primera y última elección libre en la historia de Laos, ya que la ganaron las personas equivocadas, organizar o apoyar el derrocamiento de gobierno elegidos en Guatemala, Brasil, Argentina, Republica Dominicana, Filipina, Chile y Nicaragua, apoyar u organizar directamente el terror a gran escala para obstaculizar la amenaza de la democracia, la reforma social y la independencia de América Central en la década de 1980, y muchas cosas más, todo fue “nuestros anhelos de democracia”.
Este tema es recurrente en los medios de comunicación y en el sistema político en general: no existe contradicción siempre y cuando sepamos “cómo interpretar la palabra democracia”.
Todo esta muy de acuerdo con la doctrina de que los demás países deberían controlar sus propios destinos, a no ser que los “acontecimientos queden... incontrolados y afecten los intereses de USA”. La lógica es similar cuando se debe informar sobre la situación de Guatemala, tras el derrocamiento de su régimen democrático capitalista a manos de Estados Unidos. “Muchos guatemaltecos conservan vínculos apasionados con los ideales democráticos-nacionalista de la revolución de 1944, especialmente con los programas sociales y económicos del régimen derrocado por el golpe de la CIA, pero pocos guatemaltecos comprenden los procesos y las responsabilidades de la democracia de manera que el gobierno democrático responsable, es por tanto, difícil de lograr” comenta un estudio de la Estimación de la Información Nacional de EEUU. La contradicción aparente se dispersa cuando interpretamos adecuadamente la palabra “democracia”. Es tarea de los medios de comunicación, y de la clase especializada en general ( alias “intelectuales”) asegurar que la hipocresía sea “invisible, salvo para Dios”.
Si los enemigos de la democracia no son “comunistas”, entonces son “terroristas”, o mejor aún “terroristas comunistas” o terroristas apoyados pro el Comunismo Internacional. El auge y el declive del terrorismo internacional durante las décadas de 1980 permite comprender la “utilidad de las interpretaciones”
El aparato de relaciones públicas – el componente más sofisticado de la administración Reagan – se enfrentó con un doble problema en 1981, atemorizar al enemigo en casa – población en general – a un nivel suficiente como para que sufragara los costoso de algunos programas a los que se oponía, al tiempo que se evitaban las confrontaciones directas con el Imperio del Mal en sí, por ser demasiado peligroso para nosotros. La solución al dilema consistió en inventar un ejército de pequeños Satanes, tentáculos del gran Satán dispuestos a destruirnos, pero débiles e indefensos de tal manera que pudieran ser atacados impunemente: en pocas palabras, terrorismo internacional dirigido desde el Kremlin. La frase se desarrollo perfectamente, con al colaboración de los causitas, cuya tarea consistía en dar una interpretación adecuada al término “terrorismo”, protegiendo la doctrina de que sus víctimas son principalmente los países democráticos de Occidente.
Para llevar a cabo esta campaña era necesario ocultar el papel central de Estados Unidos en la organización y la dirección del terror estatal, así como su extensa participación en el terrorismo internacional en años anteriores, como en el ataque contra Cuba, principal ejemplo del “maligno azote del terrorismo” desde principio de la década de 1960. también se necesitaba cierta medida de “ ingeniería de la historia” en relación con el terrorismo en la región de Oriente Medio y Mediterráneo, principal centro de preocupación dentro de las operaciones de propaganda. Resultaba necesario ocultar no sólo la participación de USA sino de su cliente israelí.
Los medios de comunicación y los especialistas en terrorismo han estado a la altura de estas tareas. La función de USA se suprime con facilidad, después de todo la frase “terrorismo de USA” es un contrasentido, al igual que “silencio ensordecedor” o “agresión de USA”, ya que éste es el principal país en pregonar la lucha contra el terrorismo. El terrorismo estatal israelí escapa amparándose en el mismo concepto literario, ya que Israel es un Estado cliente, y esto hace que sus acciones sean reinterpretadas. Los ensayos eruditos justifican sus acciones distinguiendo dos tipos de “ataques terroristas”. Por lo tanto, existe una tajante distinción entre los ataques contra los soldados de Israel y USA por parte de árabes denominados “ terroristas”, y los muchos ataques asesinos a personal civil árabe por parte del Irgun Zvai Leumi, y el ejército israelí en años posteriores. Pero eso difícilmente crearía una imagen adecuada para un análisis correcto y prudente de “ las consecuencias de la violencia política”
El enorme significado del terrorismo internacional en tanto que instrumento ideológico lo ilustra la reacción que se produce cuando alguien rompe filas y documenta el papel realizado por USA y sus clientes a la hora de llevar a cabo, organizar y apoyar el terrorismo internacional. Si este tipo de trabajo no se puede sencillamente pasar por alto, se produce una reacción frenética – “demente”, “absurdo” y “fantasías” son algunas de las frases extraídas de un comentario de 1988, que no se acompaña ni siquiera de una semblanza de discusión. Estas reacciones no dejan de tener cierto interés, y merecen que se les dedique algunos comentarios.
Uno podría adoptar una de tres posturas en cuanto al terrorismo:
1- Lo podemos atribuir a los enemigos oficiales, sean los hechos que sean.
2- Podemos descartar la discusión del terrorismo en su totalidad como tonterías cuya motivación es ideológica, y que no merecen atención.
3- Podemos tomar en serio el fenómeno, investigarlo, y dejar que sus trozos caigan donde puedan.
Basándonos en presunciones racionales, descartamos la primera postura y aceptamos la tercera. La segunda postura es al menos discutible, aunque en mi opinión – dice Noam – está equivocada, creo que existen todos los motivos para tomar el terrorismo en serio y el concepto es tan claro como la mayoría de los que entran en el discurso político. Pero las consideraciones racionales no vienen al caso. La primera postura, totalmente irracional, es la norma en los medios de comunicación, y en lo que se escribe sobre el terror, y predomina de manera abrumadora. La segunda postura se considera como más o menos tolerable, ya que absuelve a USA y a sus clientes de toda culpa, si se descartan sus intentos de manipulación ideológica. La primera postura por el contrario, está totalmente fuera de lugar, ya que si la adoptamos, alcanzaríamos rápidamente conclusiones totalmente inaceptables descubriendo que Miami y Washington han estado entre los primeros centros mundiales de terrorismo internacional desde la etapa de Kennedy hasta la fecha, sea cual sea la definición de terrorismo.
Una variación de la primera postura, que sigue siendo tolerable, aunque menos que su forma pura, consiste en reivindicar que es injusto condenar a los palestinos, a los secuestradores libaneses, etc, sin tener en cuenta los factores que los llevaron a esos crímenes. Esta postura tiene el mérito de aceptar tácitamente – y reforzar – las premisas aprobadas en cuanto a los orígenes de la epidemia. La segunda postura se puede hacer más aceptable limitándola a un análisis psicocultural de la obsesión occidental con el terrorismo, evitando los factores institucionales que llevaron a la elección de este mecanismo de relaciones públicas que logró un éxito tan maravilloso durante la década de 1980. Un análisis de tales factores institucionales inmediatamente discernibles, se puede descartar tachándola de “teoría de la conspiración”, otro reflejo familiar cuando resulta necesario evitar el pensamiento y proteger a las instituciones del escrutinio. La idea de que lo que se dice sobre el terrorismo no es mas que confusión proporciona una postura que constituye un recurso útil siempre que el papel de USA se pone al descubierto. Uno puede, en resumen, adoptar un mecanismo para despachar a aquellos que siguen la opción tercera, inaceptable, como fanáticos totales y teóricos de la conspiración, y a continuación volver a la primera postura, que es la favorecida, para la interpretación de los acontecimientos que se están produciendo. La primer postura, simple y poco sutil, domina por completo la discusión publica, los medios de comunicación y lo que se considera como literatura erudita. Su predominio y utilidad resultan evidentes en todo lugar.
Uno de los actos de terror de la OLP que más ira produjo en el secretario de estado y sus admiradores del congreso y de los medios de comunicación fue el secuestro del Achille Lauro y el asesinato de Leon Klinhoffer, sin duda un vil acto de terrorismo. Sus sensibilidades , sin embargo, no reaccionaron ante el bombardeo israelí en Túnez que se había producido una semana antes, matando a veinte tunecinos y a cincuenta y cinco palestinos con bombas inteligentes que destrozan a la gente, dejándola irreconocible, entre otros horrores descriptos por el periodista israelí, Amnon Kapeliouk, que se hallaba en la escena. Las publicaciones de USA mostraron poco interés en el asunto, ya que las víctimas eran árabes y los asesinos eran clientes de USA.
La ira en relación con los secuestros no se hace extensiva a los secuestros israelíes que se han producido en aguas internacionales durante muchos años, donde detenían cientos de civiles sin juicio alguno, en prisiones israelíes y muchos morían por causa del bombardeo israelí mientras intentaban mantenerse a flote tras el hundimiento de su buque (relatos descriptos por prisioneros a quienes se entrevistó en la cárcel).
La ira visceral producida por el terrorismo se limita a las “víctima dignas”, siguiendo un criterio que resulta demasiado evidente.
Lo mismo sucede en el caso de otros términos. Estudiemos, por ejemplo, el concepto de “evitar” o “reducir” la violencia. Un informe titulado “ las bajas palestinas, prácticamente duplicadas” inicia citando al jefe de estado mayor del ejército israelí, que dice que “ el número de palestinos heridos, en el Banco Occidental y la Franja de Gaza ocupados, prácticamente se ha duplicado durante las semanas recientes, pero que el ejército no ha logrado reducir la violencia en las zonas ocupadas”. Esta declaración no tiene sentido alguno, pero si analizamos el trasfondo la podemos descifrar. Poco tiempo antes el ministro de defensa Yitzhak Rabin había autorizado la utilizaron de pelotas de goma, declarando que “ lo que pretendemos es... precisamente más bajas”: “nuestro objetivo consiste en aumentar el numero de heridos entre quienes toman parte de actividades violentas”. También explicó el concepto de “actividades violentas”: “queremos eliminar la ilusión de algunos habitantes de poblaciones alejadas en el sentido de que se han liberado”, dijo, explicando que las redadas del ejército “les dejan claro dónde viven, y dentro de qué marco”. Los palestinos deben “entender que la solución solamente se puede lograr por medios pacíficos”, no por medio de ilusiones de autogobierno. El ejército, por tanto, aumenta el número de redadas en poblaciones alejadas que se han declarado “zonas liberadas”, con el resultante aumento de lesiones, continúa el informe. En un ejemplo típico “ la tropas israelíes efectuaron redadas en más de una docena de poblaciones del Banco Occidental e hirieron a 22 palestinos ayer”; una portavoz del ejército explicó que se había convocado una huelga, y el ejército deseaba “ evitar la violencia” por medio de “ una mayor presencia, y un mayor número de arrestos”. Podemos ahora volver a la redacción original codificada: “el número de palestinos heridos, en el Banco Ocidental y la Franja de Gaza ocupados, prácticamente se ha duplicado durante las semanas recientes, pero... el ejército ha logrado reducir la violencia en las zonas ocupadas”. Si traducimos estas palabras a un lenguaje inteligible, resulta que el ejército ha duplicado la violencia en los territorios ocupados por medio de acciones agresivas, con la intención específica de aumentar las bajas, y extendiendo sus ataques violentos a poblaciones alejadas y pacíficas que intentaban administrar sus propios asuntos. Pero hasta ahora no ha logrado quitar de la cabeza del pueblo las ilusiones de autogobierno. Para las autoridades israelíes y los medios de comunicación de USA, un intento de gestionar sus propios asuntos por parte de los habitantes de las poblaciones es “violencia”, y un ataque brutal para enseñarles quien gobierna es “evitar la violencia”. Esta forma de jugar con el lenguaje le hubiera impresionado a Orwell.
Gracias a las interpretaciones adecuadas, por tanto, podemos estar tranquilos pensando que USA y sus clientes defienden la democracia, la reforma social y la autodeterminación contra los comunistas, los terroristas y los elementos violentos de todo tipo.
Reinhold Nebuhr comento en una ocasión que “ quizá la característica moral más significativa de una nación sea su hipocresía”. Comentario acertado. Existe una medida sencilla de la hipocresía, que aplicamos adecuadamente a nuestros enemigos. Cuando los grupos a favor de la paz, las personalidades políticas, los medio de comunicación y los intelectuales leales a la esfera soviética lamentan los actos brutales de USA y sus clientes, nosotros verificamos su sinceridad preguntando que es lo que dicen en cuanto a sus propias responsabilidades. Al determinar la respuesta, descartamos sus acusaciones, por precisas que sean, como la más burda hipocresía. Un mínimo de honradez exige que nos apliquemos las mismas normas a nosotros mismos.
La liberta de prensa, por ejemplo, constituye una preocupación de primera magnitud para los medios de comunicación y la comunidad intelectual.
Casos en Guatemala y Nicaragua demuestran cómo se indignaban por la censura de los periódicos que USA apoyaba en esos países, mientras ordenaba el asesinato en masa de los periódicos disidentes nacionales.
Otro caso fue el que realizaron las fuerzas de seguridad israelí, que hicieron una redada en las oficinas de uno de los principales diarios de Jerusalén, Al-Fajr, arrestando a su director Hatem Abdel-Qader y encarcelándolo durante seis meses sin juicio alguno, basándose en motivos de seguridad no especificados. No se produjeron denuncias clamorosas en las editoriales, ni llamamientos a la retribución, de hecho, ni el New York Times, ni el Whashington Post informaron sobre estos asuntos triviales. Mientras que habían puesto el grito en el cielo cuando la directora del diario La Prensa, Violeta Chamorro, diario apoyado por USA, fue censurada por el gobierno socialista de los Sandinistas en Nicaragua. Incluso la elogiaron y consideraron que debía ganar más de 10 premios por su “valentía”.
Una vez más, los hechos están claros: la supuesta preocupación por la libertad de prensa en Nicaragua es un mero fraude.
En el momento mismo del cierre de La Prensa en 1986, tras la virtual declaración de guerra contra Nicaragua por parte de USA, Israel cerró definitivamente 2 periódicos de Jerusalén, Al-Mithaq y Al-Ahd, basándose en que “aunque les ofrecemos libertad de expresión... está prohibido permitirles explotar esta libertad para dañar al estado de Israel”. El Ministerio del Interior declaró que se veía obligado a actuar “ en interés de la seguridad del Estado y del bien público”. Creemos en la libertad de prensa, declaró el Ministerio, pero “ uno tiene que lograr un equilibrio adecuado entre la libertad de expresión y el bien del Estado”. El tribunal supremo apoyó el cierre basándose en que “es inconcebible que el estado de Israel permita a organizaciones terroristas que intentan destruirlo establecer negocios en su territorio, por legítimos que puedan ser”; el gobierno había acusado a estos dos periódicos árabes de recibir apoyo de grupos hostiles. Que yo sepa – dice Chomsky – la única mención que se hizo de estos hechos en u periódico de USA es la que yo hice en una carta dirigida al Boston Globe.
Con muchos casos similares de censura de periódicos en Israel, no se produjo ningún clamor o denuncia por parte de USA. Una vez mas la historia ha ideado un experimento controlado para demostrar el desprecio absoluto por la libertad de expresión por parte de los supuestos defensores de las libertades civiles.
La prensa hebrea comenta que el periodismo israelí “ carece de cualquier garantía, por mínima que sea, de libertad. El Estado cuenta con armas que no tiene un paralelo en ninguna sociedad democrática del mundo”, derivadas de la reglamentación colonial británica que fue restaurada por Israel tan pronto como el estado quedó establecido. Entre estos reglamentos draconianos se incluyen medidas para prohibir y castigar las publicaciones que podrían fomentar” la desobediencia o el disgusto entre los habitantes del país” o “ situaciones desagradables para las autoridades”. La ley autoriza al Ministerio del Interior a “ poner fin a la aparición de la publicación, durante cualquier período que considere oportuno, si hubiera publicado mentiras o falsos rumores que, en su opinión, pudieran aumentar el pánico o al desesperación.”. El analista jurídico israelí Moshe Negbi, comenta que estas medidas se mantienen en reserva, a veces se aplican, y contribuyen al miedo aumentando la autocensura que suelen practicar los redactores. Esta autocensura voluntaria se añade considerablemente a los efectos de la “rica y poco habitual variedad de herramientas para aplastar la libertad de prensa” con la que cuenta el gobierno.
El censor tiene autoridad legal para prohibir cualquier información, “que pudiera, en su opinión, causar daño a la defensa del país, a la seguridad pública o al orden público”. El censor militar es “inmune al escrutinio público”, y “ la ley prohíbe a la prensa publicar cualquier artículo a efectos de que el censor ordenó que se produjera cambios, adiciones o supresiones”, aunque este hecho a veces resulta evidente, como cuando el editorial principal aparece en blanco en el periódico más respetado de Israel, Ha’aretz. El censor también tiene autoridad para castigar, sin juicio, a cualquier periódico que él considere que violó sus órdenes. La declaración de la independencia de 1948, que manifestó las obligaciones de Israel con respecto a la libertad y lo derechos civiles “ no menciona la libertad de expresión”. Esto no fue una omisión accidental – comenta Negbi –sino que reflejaba las actitudes del primer ministro de esa época.
En USA uno descubrirá muy pocas referencias a las restricciones severas que se han aplicado a al libertad de expresión en Israel a lo largo de muchos años. La reacción de los medios de comunicación de USA y de la comunidad intelectual estadounidense ante la legislación y las practicas israelíes en cuanto a tema de libertad de expresión, suministra una espectacular evidencia adicional a efectos de que la aparente preocupación por las libertades civiles y los derechos humanos en cualquier otro país, son un fingimiento cínico, que siempre sirve para otros medios
Y hablando de que nuestra libertad de prensa no es tan libre, hace medio siglo atrás Dewey comentaba que bajo esta modalidad de enfoque, no es de cuántos abusos específicos existen y cómo se pueden remediar, sino de hasta qué punto la libertad intelectual y la responsabilidad social son posibles a cualquier gran escala bajo el régimen económico actual.
Los propietarios y los redactores, con sus compromisos para con “ el orden social y público” del que son los beneficiarios, a menudo resultarán estar entre los “ principales enemigos” de la verdadera “ libertad de prensa”. No es razonable esperar que “ los gestores de esta empresa comercial actúen de manera distinta a los dirigentes y secuaces de las grandes empresas” y “ seleccionen y traten a sus mercancías especiales desde este punto de vista”. En la medida en que los gestores ideológicos están “dando al publico lo que ‘desea’”, eso sucede debido al efecto del presente sistema económico sobre la generación de la indiferencia y la apatía intelectuales, la creación de una demanda de distracción y diversión, e incluso un amor al crimen, siempre que éste resulte productivo” entre un público “ corrompido por el ideal de salirse con al suya cuando pueda”.
A estas reflexiones se les puede agregar la relación íntima entre el poder privado y el estatal, la necesidad determinada por las instituciones de acomodarse a los intereses de quienes controlan las decisiones sociales básicas y el éxito del poder establecido a la hora de desintegrar constantemente cualquier cultura independiente que fomente valores que no sean la avaricia, el provecho personal y la subordinación a la autoridad, y cualquier estructura popular que apoye el pensamiento y la acción independientes. La importancia de estos factores se ve destacada por el hecho de que incluso el derecho formal a la libertad de expresión se adquirió solamente por medio de una lucha popular incansable que desafió las disposiciones existentes.
Dentro del orden social dominante el público ha de seguir siendo un objeto de manipulación, no un partícipe en el pegamiento, el debate y la decisión. Como los privilegiados han comprendido hace mucho, es necesario alejar las “crisis de la democracia” periódicas. En 1965 se pudo abandonar la censura, “no debido a los principios libertarios de los radicales, sino porque la censura ya no era necesaria”, puesto que “forjadores de opinión” ahora se “ autocensuraban” y “no se imprimía nada que pudiera atemorizar a los hacendados”. En ese mismo año, John Locke escribió que a los “ jornaleros y comerciantes, hilanderas y lecheras” se les debía decir qué era lo que debían creer. “la mayoría de ellos no pueden saber, por tanto, han de creer”, Pero al menos Locke no pretendía que fueran los curas los que efectuaran la revelación. Con el declive de la autoridad religiosa durante la era moderna, la tarea le ha correspondido al “sacerdocio secular”, cuyos miembros comprenden su responsabilidad con cierta claridad. A pesar de estas percepciones, algunos han seguido dejándose seducir por los “dogmatismos democráticos” de los que se mofan quienes se dedican al arte de la manipulación. Stuart Mill escribió: “no el conflicto violento entre partes de la verdad, sino la callada supresión de la mitad de la misma, es lo que constituye el mal formidable. Siempre hay esperanza cuando la gente se ve obligada a escuchar a ambas partes”.
He venido comentando los métodos de control del pensamiento y los motivos por los que adquieren tal preeminencia en las sociedades democráticas cuya poblacion en general no puede ser arrojada fuera del escenario político por la fuerza. Los comentarios podrían producir la impresión de que el sistema es todopoderoso, pero eso dista mucho de la verdad. Las personas están capacitadas para resistir, y a veces lo hacen, con efectos considerables.
Tomemos el caso de las matanzas de Timor, respaldadas por occidente. Los medios de comunicación ocultaron los terribles acontecimientos y la complicidad de sus propios gobiernos, pero la historia, no obstante, terminó por salir a la luz, llegando a ciertos sectores del público y el congreso. Este fue el logro de unos cuantos jóvenes entregados a su causa, cuyos nombres la historia jamás conocerá, como suele suceder en el caso de aquellas personas cuyas acciones han hecho que éste sea un mundo mejor.
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