Humanos: animales racionalmente insatisfechos

20 de enero de 2008

 

¡La época de antes era mejor!. Nunca frase más repetida a través de los años, a través de las generaciones, a través de la vida de uno mismo.

Desde el inicio de nuestra conciencia como seres vivos, comenzamos a percibir que el pasado resultaba mejor. Quizás por la niñez -el paraíso de los sueños- o quizás por que en el pasado no vivíamos una situación adversa. Tal vez porque antes éramos más inocentes, más simples, menos corroídos. La cuestión es que siempre anhelamos un pasado, porque en él, no existe la muerte, existe una seguridad dada por lo ‘vivido’, y porque en el fondo, se sabe bien lo que uno ha vivido. El pasado tiene siempre el brillo de una joya, tiene el engrandecimiento de la distancia: Las cosas pasadas fueron más bellas.... simplemente porque así lo ha distorsionado nuestra mente anhelante.

Por otra parte, el futuro siempre es incierto, y por ende, no se suele desear con tanto ahínco como sí el pasado. En el futuro habita no sólo el desconocimiento de los hechos, sino la vejez, y cuando no la muerte.

El presente siempre es algo insostenible. Es un ‘algo’ que es imposible de determinar. No es el día de hoy (mezcla de pasado con futuro), no es el segundo que escribo esto, porque inmediatamente es pasado, no es la hora próxima a cuando termine esta reflexión, porque es demasiado futuro y es impredecible en su naturaleza.

Es probabilística, pero ello no implica seguridad.

El 99% de que suceda, no implica que pueda suceder. ¿Y si justo uno es el 1%? ¿Qué probabilidad hay de que uno sea el porcentaje menor?, probablemente un 1%, pero en lo que a mi respecta, me dan bastante recelo los porcentajes menores. Suelen tener una caótica distribución probabilística. Muchas veces he notado que la probabilidad de ser 1% es un 20% - espero no marear-.

La realidad supera a la ficción, y efectivamente, siempre es más bizarra que la mente humana, quizás porque la realidad es solo una percepción de la mente humana. Entonces, la mente humana es la bizarra, ergo no he dicho nada al respecto, retiro el planteo inicial.

Pero lo que básicamente hoy me hace escribir esto, con mis apuntes de física a un costado, completamente imposibilitada de concentrarme porque las ideas dan vueltas molestando, es el porqué de una sociedad tan avanzada como la nuestra, resulta tener tanta insatisfacción. Y a mí viene una respuesta primaria, principal, simplista, no del todo verdadera, pero sí la base de muchas: un águila. Un águila con estrellas ensangrentadas en una bandera de paz blanca, con un vómito azul decorando una esquina.

Y es que esta sociedad de placeres, de consumismo, de tanto estrés por correr y obtener lo que no se sabe con seguridad qué, genera esta insatisfacción en parte.

La vida de hoy, muy avanzada, con teléfonos móviles, con Internet, con medicina de alta complejidad, con un conocimiento asombroso del espacio, con una capacidad de construcción inigualable, con una inteligencia suprema, con aviones, con cosas que aun no sospechamos que vendrán.... y sin embargo el humano se siente insatisfecho.

Se ha llenado de deseos que no sirven, se ha llenado de egoísmo, de egolatría, de vanidad, de superfluidad.

El hombre trabaja para obtener cosas que no quiere, pero el sistema le dice que las necesita. Se vuelve consumista extremo, consume sin necesidad, renueva sin necesidad, y hasta se llena de placer... sin necesidad alguna.

El sistema dice que lo necesita, pero... ¿realmente lo necesita?

Trabaja y corre contra el tiempo para poder obtener mas de esas cosas que no le llenan, sólo para sentirse que está a la moda, sólo para mostrarle a sus conocidos el mejor auto que logro comprar, sólo para ostentar el haber conseguido una pareja temporal de gran belleza, sólo para mostrarle a todos que con “esfuerzo” se consigue todo lo que se desea... o al menos eso cree.

Pero ese “esfuerzo” es solo un circulo vicioso de vacuidad.

Por mas esfuerzos que haga, no conseguirá el cariño, no conseguirá la verdad, no conseguirá la sabiduría, no conseguirá la paz. Al menos no con ese tipo de “esfuerzos” que nos han enseñado en todas las películas y cuentos estúpidos infantiles. Esos esfuerzos son gastos de energía en obtener cosas materiales, que no llenan.

Sin embargo, aún los seres que intentan ser menos materialistas, caen en ese circulo de insatisfacción. La condición humana es de por sí insatisfecha en su base misma. Las ansias de obtener cosas, sean materiales o no, y su probabilidad de obtenerlas, le hacen completamente esclavo de sus deseos, y la insatisfacción nace de aquella impotencia. Quizás el budismo es la religión más sabia. No desear nada es erradicar el dolor del espíritu, pero como una vez Geli me dijo ‘¿acaso el desear no desear, no es un deseo en sí mismo?’, y probablemente lo sea...

El budismo resultaría ser como una resignación a la impotencia, a la condición humana, y una completa dejadez del ser. El budismo tiene algo de Taoísmo, en ese espíritu oculto de la mediocridad que alguien con poca paciencia puede llegar a leer en sus líneas. Después de todo, es sólo una herramienta más de control para el humano, ya sea para controlar la naturaleza animal del hombre o para encontrar en ella alguna pequeña satisfacción frente a la inmensidad y a la soledad del universo.

La cuestión es que el humano es un animal de insatisfacción, de deseo continuo, de búsqueda de cosas que no necesita. En realidad, pensándolo mejor, el humano hace todo eso, porque carece de sentido. Busca su sentido en esa pesquisa que le puede llevar la vida entera, sin que por ello tenga asegurado el éxito (la seguridad no existe en este universo). Es una búsqueda de algo que le llene, que sin embargo, bifurca a cada instante en cada acción que toma errada, en cada necesidad nueva que se auto-genera, en cada segundo mal gastado.

Escuchar a cada ser errante de este universo infernal, me hace pensar profundamente en lo pequeños que somos, en lo duro que viven algunos, en lo trágico de algunas existencias, y que todo ello carece de justificación. No tiene un sentido de ser, no tiene una razón lógica de que las cosas acontezcan de esa forma.

Un budista me diría que es el karma que llevamos cada uno, pero igual me resulta duro. Cargar con algo de lo que no tienes conciencia, no se hasta que punto puede ser útil. Una vez encontré la respuesta a tal cuestionamiento en una secta del budismo: simplemente puedes nacer con la necesidad de regenerarte, y el saber tus pecados del pasado, el saberlos a conciencia, pueden anularte para mejorar.

Ser consciente de ese pasado mas atrás de nuestra propia existencia, aparentemente, generaría un conflicto con el presente. ¿Cómo se sentiría uno sabiendo que en la vida pasada fue un violador y asesino serial?. Supongo que no es agradable tener conciencia de tal hecho, o mismo tener las imágenes de las acciones propias....

Todo ese ensueño quimérico de las vidas pasadas me fascina. Es como uno de mis deseos más infantiles de que sea verdad, de que algún día la ciencia nos de la tranquilidad de explicarlo. Pero no lo sé. Hasta tanto, me contentaré con la idea quimérica de pensar que tales cosas pueden ser realidad, aunque en el fondo de mi, una voz de racionalidad me dice que no sea ingenua.

Con la idea de las vidas pasadas, se pueden ‘explicar’ cosas tan extrañas como los niños prodigios, las tendencias innatas hacia cosas extravagantes, la necesidad de cosas que aparentemente tenemos desde muy pequeños pero sin que situación alguna similar nos haya despertado tal sensación con causa.

Seria agradable saber que viví en aquella época feudal de los antiguos samurai, pero probablemente no haya sido samurai, o si lo fui, habré sido de esos holgazanes que se la pasaban todo el día escribiendo o leyendo haikus en las inmediaciones del palacio imperial, sin nunca haber usado una katana contra otra persona. Porque si tal cosa no hubiera acontecido, significaría que mi karma estaría completamente manchado de sangre y cabezas de otros, y que por ende, debería pagar cada una de ellas en esta vida, cosa que no siento que suceda para nada. La lógica del budismo también tiene sus baches.

Una vez mi tía astró-loca (si, si, las que te miran la carta, y te tiran piedritas) leyó en las runas mi fortuna.

De familia aparentemente provenimos de los celtas de la costa oeste española, y por esa característica, mi tía se dedicó a las astroloquía (si, quía) de los celtas, y en especial a las runas, que consiste en un tablero de círculos, y unas cuantas piedras de canto rodado con símbolos célticos en ellas.

La vez que hizo eso conmigo, habíamos ido a la playa, y allí, según ella, ‘estaba al máximo por sentirse en su elemento’, es decir el mar, la playa, la brisa marina...

La cuestión es que me hizo tirar esas piedritas sobre el tablero, y la primera vez fue muy curioso, porque todas las piedras habían caído boca abajo. Recuerdo que me dijo ‘parece que las runas no quieren decirte el futuro’, a lo que yo respondí ‘emocionada’ :“ genial... la eficiencia al orden del día”

Sin embargo, lo intentó una segunda vez, y en ella pudo ver mi futuro, que se redujo en la única frase de “tendrás un viaje a futuro, saldrás del país, será largo”....

Claro. A toda persona joven le dicen eso. Más pensando en la Argentina de la actualidad que está exportando la mayoría de sus jóvenes capacitados. Realmente me “anonadó” la sabiduría de las runas.

Lo único verdaderamente curioso fue que haciendo una cruz celta en la arena, me dijo que tomara cinco piedras del montón, y las ubicó. Con esa cruz lo que se veía, según ella, era la vida pasada, la presente con su pasado y su futuro, y la vida futura.

De mi presente volvió a repetir lo mismo que me venia diciendo ‘las runas no quieren hablar, solo harás un viaje al exterior’, y mi cara de ‘¬¬*’ se repitió al igual.

Sin embargo, lo curioso fue lo que me respondió sobre mi vida anterior.

No podía ubicar el lugar, pero solo sabía que había sido un hombre sabio, un viejo que gustaba tener discípulos, hablar con ellos, y que no tenía mucho dinero, pero que daba una mano siempre que podía. Ciertamente eso tampoco condice con lo que pensaba de los samurai...

Y mi vida futura, será igual a aquélla, sólo si continuo con mi forma de vivir actual. La vida futura depende de cómo uno viva ésta, según sus palabras.

Y terminó aquella sesión en la playa diciéndome que por esa vida pasada buena que tuve, la actual sería una vida de descanso con respecto a la anterior.

La cuestión es que ciertamente me dio mucha risa. No puedo evitar no hacer esas cosas si me las proponen, porque en el fondo, busco que algo de todo eso sea realidad. Es bonita la idea de regresar siempre que uno guste. El regreso implica que puedes encontrarte con otra persona en esta vida, pero que habías conocido antes.

Los de Hare Krishna dicen que muchas veces nuestros peores enemigos son encarnados en nuestros padres de esta vida, porque de esa forma, uno aprende a tener paz con el universo, comenzando con tus enemigos, y a la vez, de esta forma, explicaban porque la mayoría de las veces uno se lleva mal con sus padres, o al menos con uno de ellos.

Pero en fin, continuando con lo que había dejado pendiente, incluso los seres que no buscan lo meramente material, se sienten insatisfechos, porque esta naturaleza humana frágil e incierta favorece al nacimiento de esa insatisfacción interna.

Siempre hay una razón para no sentirse a pleno. Quizás es una forma muy fatalista de ver el universo. Es la única que creo, aunque no sea la única que tengo.

Pero no por ello no se me viene a la mente una persona que muchas veces me dice que se siente feliz. Realmente es admirable. La capacidad que tiene ese ser para sentirse feliz con poco me asombra, porque en esa misma actitud está la esencia de sentirse satisfecho. Tiene la llave de acceso a ese sentimiento de completitud, por mas que a veces diga que no se satisface. Al menos ya tiene la llave. El hecho simple de que a veces se sienta tremendamente feliz muestra que su armonía con el universo es un poco mas elevada que la nuestra. Esa misma persona se encuentra en paz con la idea de ser polvo de estrellas al final de los tiempos, en el mismo final del final...

Y realmente creo que sentirse en paz con idea tan atroz, es muestra de gran espiritualidad. Sin arraigarse a dioses, a creencias, a cosas mas que lo que se sabe en la actualidad de la naturaleza de las cosas, acepta el final del final con paz. Eso me genera profunda admiración y a la vez tristeza, porque creo que esa capacidad es una cosa innata. Hay gente que nace con armonía, y otras que solo saben batallar. Pelear no necesariamente con violencia, sino con sus propias ideas, con su mundo, con sus causas. Y con tal actitud, dudo mucho que si no es por causa del agotamiento y del cansancio que destilan resignación, una persona sea capaz de adquirir esa paz habiendo nacido sin ella.

Pero mientras tanto, el presente es esta cosa intermedia entre el segundo que pasó y el futuro segundo que viene. ¿Acaso el presente es justo la misma definición de tiempo? ¿Es acaso la duración de 9 192 631 770 oscilaciones de un átomo de cesio 133? Pero mismo una oscilación tan minúscula tiene mucho de pasado y de futuro, y nada de presente.

La naturaleza del presente es ciertamente incierta – valiendo la redundancia y el juego de palabras – y como todo en este universo, nada de seguridad tenemos. Es preciso vivir con la idea de inseguridad, con la noción de las probabilidades, sin que por ello olvidemos las excepciones.

Los ideales son ideas, que como dice aquella persona, son más importantes en su camino que en su realización misma, es como el bushido.

Es caminar por donde no hay camino, y es buscar una senda hecha por uno mismo. Es buscar constantemente cosas que uno no sabe a ciencia cierta que son. A veces se tiene metas e ideas, pero en el fondo, buscamos otras cosas. A veces las topamos por accidente, y nos sorprende que la suerte se haya acordado de nosotros.

Los vanidosos, no buscan el disfrutar su arte, sino el vanagloriarse de él frente a otros, buscan la fama y todos los privilegios que ello trae, y cuando se encuentran en el ápice de su éxito, se derrumban en su soledad de espejos.

Los consumistas, viven de lo que sea, trabajan de lo que les gusta o no les gusta, se angustian por lo que no tienen, y se quejan de renovar cosas nuevas, cuando nadie les obliga. Ellos sufren por la calidad de sus ropas, y porque la gente como ellos no los admiren, para que en la noche se vayan a dormir en su cama de oro, pero con sabanas añejas, en el silencio sepulcral del cuarto.

Los pobres no pueden mas que sufrir su pobreza, sus carencias, su suerte a la que están completamente acostumbrados, como a la vaciedad de sus estómagos, y a la inapetencia de cosas que no sean meramente simples como leer un libro. Y es que es completamente lógico.

Y así enumeraría una larga lista de cuán insatisfechos somos, y a la vez, cuán acostumbrados estamos a ello.

Simplemente nos entretenemos un poco en el camino, para distraernos, para no hacernos sentir la evidencia de la insatisfacción en nuestro interior.

¿Dónde esta la satisfacción?, ¿Dónde esta la resignación positiva? ¿ Cómo se alcanza la paz?...

Supongo que aquí a 40 años uno adquiere otras visiones, y finalmente la tranquilidad llega.

Y ya me nació una nueva insatisfacción.... a la que me debo resignar: Cómo me hubiera gustado haber conocido a Unamuno.... platicar con él, tomar una taza de té, mientras con su laptop, se regocijaría de la tecnología, de la universalidad hacia la que se dirige la cultura mundial, pero aun así completamente adolorido en el sentimiento trágico que tienen la naturaleza humana y el existir.

Hubiera sido agradable que hubiera contemplado estos tiempos, y haber reflexionado sobre ellos...

He dicho demasiado, seguiré estudiando...

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