En 1827, Buenos Aires era una comarca de grandes dimensiones. Según el viajero francés Arsène Isabelle, la habitaban alrededor de noventa mil personas, de las cuales treinta mil eran extranjeros. “Todo anuncia aquí una ciudad comercial, una metrópoli digna de mejor suerte”, aventuraba en un escrito. No se equivocaría. Sin embargo, en esa época Buenos Aires era aún un pueblo que se ahogaba en barro, una ciudad en la que el futuro se construía de promesas. En las inmediaciones de la plaza de la Recova, la iglesia de Santo Domingo, la de San Ignacio o la de San Francisco, un personaje estrafalario vendía empanadas y mendigaba monedas a los transeúntes. Era una mujer negra y vieja que tenía cicatrices en su cuerpo: todos los días llegaba hasta el centro, ya que vivía en un rancho en las afueras donde empezaba la pampa inabarcable. Se hacía llamar “La Capitana”.
Aseguraba que las marcas que portaba eran registros de la guerra por la patria, “de cuando de verdad se peleaba por la patria”, repetía mientras estiraba el brazo para tomar las limosnas que le entregaban los vecinos piadosos de la ciudad, que la consideraban una loca. Otra loca más. El mes de agosto siempre fue de un frío muy intenso, aun en 1827. El general Juan José Viamonte, héroe de la independencia, caminaba por la plaza de la Recova, la actual plaza de Mayo, cuando “La Capitana” extendió su mano. Viamonte se detuvo sorprendido: la cara de esa mujer negra, canosa y vieja le resultaba familiar. Le preguntó su nombre. “María Remedios del Valle”, respondió la anciana. Viamonte hizo un silencio. Luego gritó: “¡Pero si es la madre de la Patria!”.
La historiografía argentina siempre se vio envuelta en contiendas entre corrientes que postularon diversas lecturas sobre los hechos que construyeron a la nación. Mitristas, revisionistas, marxistas: cada tendencia versionó una Argentina para sostener el proyecto político que defiende en la actualidad. Desde la discusión sobre la figura de Rosas hasta el origen real de los colores de la insignia patria, todo ha sido sometido a discusión. Incluso, muchas veces se debatió sobre a quién le correspondía el título de “Padre de la patria”, si a Belgrano o a José de San Martín. Sin embargo, ninguna corriente se detuvo a analizar qué mujer podía detentar el rol de “Madre de la Patria”. Qué figura femenina podía ostentar las virtudes del valor, la abnegación, el patriotismo y haber formado parte de un proyecto político de liberación en los tempranos años de la Argentina.
¿La historia fue escrita bajo el signo de una cultura machista? ¿El país fue solamente construido por los hombres? “Existe toda una construcción social y cultural propia de la cultura occidental y cristiana donde la mujer siempre ocupa un papel relegado y subalterno al hombre. Nuestro país y nuestro continente no son ajenos a esta concepción”, asegura la historiadora Julieta Chinchilla. Sin embargo, María Remedios del Valle reúne los antecedentes necesarios para ser honrada con ese título. Como tantos otros héroes nacionales, posee una característica que los iguala: es una olvidada. Fue eliminada de la memoria historiográfica y del registro del imaginario popular. Además, era negra y pobre. Rasgos que ciertos arquitectos del relato de la patria quisieran extraviar.
Las primeras noticias sobre la carrera de guerra de María Remedios del Valle se remontan a su participación en el Cuerpo de Andaluces que defendió la ciudad en las Invasiones Inglesas. “Durante la campaña de Barracas, asistió y guardó las mochilas para aligerar su marcha a los Corrales de Miserere”, escribió el comandante de ese cuerpo de combate. El 6 de julio de 1810 se incorporó al Ejército Auxiliar para las provincias del Norte, en compañía de su marido y dos hijos: sólo ella regresó viva de las campañas militares de la gesta independentista. Se había embarcado en la conocida Campaña al Alto Perú en la que el abogado y patriota Manuel Belgrano comandaría batallas feroces contra el enemigo colonialista.
Fue parte del ejército compuesto por 1500 hombres, cuyas dos terceras partes formaban parte de la caballería –de los cuales sólo 600 poseían armas de fuego– y que contaba con apenas diez piezas de artillería. Esta escasez de fuerzas no le impidió protagonizar hechos gloriosos de nuestra historia, como el decisivo Éxodo Jujeño, que determinó el fin del avance de las tropas enemigas, y las victorias en las batallas de Tucumán y Salta. Durante las vísperas de la Batalla de Tucumán, Del Valle se presentó ante Belgrano para solicitarle que le permitiera atender a los heridos de las primeras líneas de combate. Belgrano, siempre reacio a la participación femenina en sus tropas, le negó el permiso. Pero esa mujer era empecinada. Durante la contienda, se filtró entre las líneas de retaguardia y llegó al centro de la conflagración, donde asistió y alentó a los soldados a batir al enemigo. La soldadesca, que era consciente del rol histórico que cumplía en esa lucha denodada contra los realistas, comenzó a llamarla la “Madre de la Patria”. Belgrano no pudo más que rendirse ante la evidencia de su valor y la nombró Capitana de su ejército. Comenzaba la breve leyenda que protagonizó María Remedios del Valle, eliminada de la memoria argentina hasta la escritura de estas líneas.
Cantaba John Lennon que la mujer es el negro del mundo. ¿Por qué sorprenderse del silencio que rodea a la historia de Del Valle si no sólo pertenecía al género femenino, sino que además tenía la piel oscura? La sociedad argentina, y los discursos que la construyeron, fueron pródigos en exclusiones. Las mujeres criaron a los hijos varones que hicieron la Historia, los negros no existieron. Sin embargo, desde Juana Azurduy comandando las tropas antirrealistas hasta la audacia de Mariquita Sánchez de Thompson en los días de preparación de la revolución de Mayo, pasando por una Machaca Güemes convertida en santo y seña del troperío salteño, las mujeres tuvieron un papel relevante en la historia de la independencia, sólo limitado por la coyuntura de la época, que la relegaba al lugar del solaz del varón guerrero.
Y no se debería olvidar que la población negra de Buenos Aires censada en 1810 arrojó la cifra de 9.615 personas de origen afro que convivían con 22.793 blancos, es decir más del 20 por ciento. Los negros argentinos fueron una parte sustancial e imprescindible de la lucha independentista, al punto que llegaron a cubrir el 65 por ciento de los puestos de batalla en las tropas comandadas por Belgrano y San Martín. En 1848 Domingo Faustino Sarmiento, el gran estadista y escritor, escribió en su diario de viaje a los Estados Unidos: “La esclavitud de los Estados Unidos es hoy una cuestión sin solución posible; son 4 millones de negros, y dentro de 20 años serán 8. Rescatarlos, ¿quién paga los 1.000 millones de pesos que valen? Libertos, ¿qué se hace con esa clase negra odiada por la raza blanca?”. Durante su presidencia, inaugurada en 1868, sobrevendrían la fiebre amarilla y la Guerra de la Triple Alianza, acontecimientos a los que se le atribuye el exterminio de los negros en el país. En 1887, el censo oficial computó sólo un 1,8 por ciento de negros sobre el total de la población.
Más tarde, el Estado se encargaría de silenciar su historia y los aportes que realizaron a la construcción de la nación. El espíritu europeísta de las clases dirigentes necesitaba una historiografía que contemplara un destino blanco y cristiano. A tal punto llegaron que los primeros retratos del general San Martín, en los que se notan sus rasgos amerindios, fueron españolizados mientras se lo elevaba a la categoría de héroe nacional. Aunque al sentido común argentino le guste señalar que descendemos de los barcos transoceánicos, un estudio realizado por Daniel Corach, que dirige el Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la UBA, demostró que un 56 por ciento de la población tiene marcadores genéticos amerindios. O lo que es lo mismo: la mayoría de los habitantes del país tiene en su árbol genealógico algún poblador originario. Si ese dato es ignorado, ¿cómo extrañarse, entonces, por el olvido al que fue relegada la vida de María Remedios del Valle, una prócer que era mujer, negra, pobre y vieja?
El 14 de noviembre de 1813 las tropas del general Belgrano se enfrentaron a los realistas en Ayohuma, comandadas por el general español Joaquín de Pezuela. Los colonialistas venían de un triunfo en Vilcapugio, donde atacaron por sorpresa, y en la localidad salteña eligieron la misma táctica. Y tuvieron éxito. Después de una jornada de briosos enfrentamientos, sobre el campo de batalla yacían doscientos cadáveres de las tropas patriotas. Hubo otros doscientos heridos. Los españoles apresaron a quinientos soldados, entre los que se encontraba la capitana María de los Remedios del Valle, que había luchado a la par de sus compañeros de regimiento y que había sido herida de bala.
Las tropas dirigidas por Belgrano habían combatido más con prepotencia de victoria que con recursos para alcanzarla: habían protagonizado numerosos actos de valor para expulsar a una armada colonialista que los doblaba en combatientes y piezas de artillería. Pero fueron derrotados. Los realistas se encarnizaron con Del Valle: fue sometida a nueve días de azotes públicos. Una medida ejemplificadora: la saña sólo se explica como una decisión de sus captores para que su actitud no cundiera: a las mujeres les estaba vedado el arte de la guerra; a las negras, el espíritu de la heroicidad. Pudo escapar y regresó a las escuadras belgranenses.
Continuó empañando las armas y ayudando a los heridos en los hospitales de campaña. Nunca perdió el mote de “Madre de la Patria” entre la soldadesca y seguía con la fiebre de los fanáticos los derroteros de la bandera celeste y blanca. Cuenta Enrique Loudet, profesor de Historia, que cuando el pabellón patrio fue jurado en Jujuy, se la vio arrodillada junto a Martín de Güemes, el patriota salteño, y a Juan Antonio Álvarez de Arenales, uno de los hombres destacados de Belgrano. El hombre que la había designado capitana había decidido entregarle el mando de las tropas al general San Martín. Belgrano regresó a Buenos Aires, donde, en un primer momento, se ordenó su arresto debido a las derrotas militares sufridas. Fue absuelto de las acusaciones y liberado.
El 20 de junio de 1820 murió en Buenos Aires: había empeñado un reloj para pagarle al médico que lo atendía, tal era su grado de pobreza. Sólo un diario, El Despertador Teofilantrópico, consignó la noticia de su fallecimiento. A nadie más le importó. Del Valle lo recordaría siempre y, relegada por las autoridades porteñas al olvido, se lamentaría de la pobreza en que había muerto su general. Mientras tanto, ella vivía una miseria aún peor.
“¡Pero si es la madre de la Patria!”, exclamó el general Viamonte cuando reconoció, debajo de los harapos y las canas, a María Remedios del Valle. “Es ‘La Capitana’, la que nos acompañó al Alto Perú, es una heroína”, explicó a sus acompañantes. Conmovido, decidió ampararla y, diputado en la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires, el 11 de octubre de 1827 presentó un proyecto para resarcir el injusto abandono en que se encontraba y otorgarle una pensión que reconociera los servicios prestados a la patria. Veintitrés accedió a las actas de la sesión del 18 de julio de 1828, cuando por fin se debatió el tema.
El diputado Gamboa solicitó documentos que acreditaran el merecimiento de la pensión. Viamonte tomó la palabra: “Esta mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al Ejército de la patria desde el año ‘10. Es conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el Ejército. Es bien digna de ser atendida: presenta su cuerpo lleno de heridas de balas y lleno, además, de cicatrices de azotes recibidos de los españoles. No se la debe dejar pedir limosna (...) Después de haber dicho esto, creo que no habrá necesidad de más documentos”. El diputado Aguirre objetó que Del Valle había rendido servicios a la Nación y que ellos eran los representantes de la provincia y el diputado Alcorta señaló que hacía falta más documentación. El debate se volvió ríspido: varios legisladores negaban la posibilidad de una pensión como las que recibían otros soldados de su categoría.
Tomó la palabra Tomás de Anchorena: “Efectivamente, esta es una mujer singular. Yo me hallaba de secretario del general Belgrano cuando esta mujer estaba en el Ejército. No había acción en que ella pudiera tomar parte que no la tomase y en unos términos en los que podía competir con el soldado más valiente. Admiraba al general, a los oficiales y a todos cuantos acompañaban al Ejército. Belgrano era un general muy riguroso: no permitía que siguiese mujer al Ejército y ésta era la única que tenía la facultad para seguirlo. Yo oí al mismo Belgrano ponderar la oficiosidad y esmero de esta mujer. Ella debe ser el objeto de la admiración de cada ciudadano y, donde quiera que vaya, debe ser recibida en brazos y auxiliada con preferencia a un general”. Luego de un arduo debate se decidió otorgarle la pensión y no sólo eso: a pedido del diputado Lagos, se votó crear una comisión que “componga una biografía de esta mujer y se mande a imprimir y publicar en los periódicos, que se haga un monumento y que la comisión presente el diseño de él y el presupuesto”. La sesión se cerró entre aplausos de emoción. Fue incorporada a la plana del Ejército por el gobernador Juan Manuel de Rosas y la mujer decidió cambiar su nombre por el de Remedios Rosas. Sin embargo, la Madre de la Patria murió en la miseria, sin dejar de mendigar monedas o alimentos en las calles céntricas de aquel Buenos Aires decimonónico.
La Historia argentina está llena de estos ejemplos de desmemoria: somos un país experto en el ocultamiento. El Estado y su burocracia vencieron y María Remedios del Valle murió sin cobrar un solo peso, sin monumento que la homenajee y sin un texto que cuente su vida. Tal vez, hasta este momento, en que estas líneas –que se escriben en vísperas del Día de la Madre– intentan rescatarla del olvido.
Investigación: Jorge Repiso
Este texto no es de mi propiedad, está copiado íntegramente de Aquí.
La nota completa de esta pequeña biografía Aquí.
3 Oscuridades:
Me paseaba por la web, buscando algo sobre el caballerismo y encontré tu blog de casualidad. Me parece interesante ya que presentas posturas buenas que están en contra de la porquería de sistema y sociedad que nos controla. Ehm... mejor a lo que voy =|
Tu artículo acerca de tan importante personaje histórico de Argentina (que no conozco mucho, ya que soy mexicana...) sólo demuestra que la historiografía es escrita 'por y para' los hombres como bien marca el estandar machista-patriarcal. Decir que María Remedios Del Valle ha sido un personaje injustamente sileciado por la historia masculina es poca cosa... muchas otras mujeres célebres en la historia también han sido silenciadas. Como Olympia de Gouges, quien reclamó la poco conocida "Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana"... cosa que le costó la cabeza cortada en la guillotina y también la invisibilidad, cosa que no pasa con personajes masculinos como D'Alamber, Diderot, Montesquieu y Rosseau a la hora de hablar de la Revolución Francesa... o también la mujer que fue 'Faraona' en Egipto, disfrazada de hombre, aunque todavía hay más personas que asocian más la palabra 'Faraón' con nombres como Tutankamon o Ramses. Hay varios libros interesantes que demuestran que la historia sólo se escribe por hombres, y no sólo hombres como énero pues, sino por hombres 'vencedores' y poderosos que oprimieron y aplastaron a los conquistados; uno de ellos se llama 'La Historia de Los Vencidos' de Joaquín Bochaca, y el otro no lo recuerdo pero también era de historia. En fin... las mujeres, a pesar de ser 'borradas' mucha veces por los historiadores y personajes masculinos de la historia han jugado también un importantísimo papel, el cual, no debemos negar, menospreciar o comparar con el que han hecho los hombres. Yo estoy muy orgullosa de ser mexicana, a pesar de que mi país se haya originado por la cruza/unión/fusión de dos culturas altamente machistas (los españolesy los aztecas) y de que todavía existan en él mucha gente que defiende tan arcaica posición. Te felicito por hblar de un personaje femenino que es de gran importancia para tu nación... y ojalá tu entrada sea motivo para que, en algún futuro, más personas se interesen por saber sobre las mujeres que han sido injustamente 'silenciadas' por la historia machista... eso sería muy bueno e interesante, ya que, quizá descubramos muchas cosas nuevas... o algunas que confirmen dudas como el supuesto lesbianismo de Juana de Arco ajaja xD (Nah, no tengo nada en contra de Jeanne, de hecho la admiro *-*, eso y amo Francia xD)... o muchas otras cosas x3.
Bien, felicitaciones por tu artículo una vez más, y tambien para el blog en sí, que ya se ganó una nueva lectora =)
Saludos.
Muchísimas gracias, no solo por lo que comentas del bog sino por tu información. Ciertamente la historia la han escrito hombres, de eso no hay duda, ya que la mujer no debía acceder a la cultura y mucho menos, escribir o dejar rastro. La mujer solo era un elemento para traer hijos que escribieran historia. Esto pasa en arte, en historia, en ciencias.... Hubo mujeres que simplemente no pudieron ocultarse porque tenian cierto poder/privilegio que les permitia ser visibles, como Marie Curie, pero aquellas que no tenían privilegios como Del Valle, fueron atrozmente silenciadas. Del valle, mas alla de ser mujer, lo que realmente provocó su silencio fue el hecho de ser negra, pues siempre ha existido el afán argentino de querer ser hijos sólo de europeos. La historia de argentina siempre está alineada en "imitar europa", y por eso personajes como Del Valle desaparecieron de los libros, no asi Mariquita y otras mujeres blancas que SI aparecen en la historia argentina. El caso de Del Valle, más que la justificación de "la ocultaron por ser mujer" es más bien " la ocultaron por ser negra", como dice el texto (que por cierto, no es mio, es de una revista que simplemente copié y pegue :P)
El caso de Del Valle más que misoginia histórica, es racismo histórico, racismo que siempre estuvo y está en la sociedad argentina donde atropella a su comunidad negra y aborigen porque a muchos argentinos les da "comezon" decir que la """"""civilización""""" (o la aberración llamada "civilizacion" que instauraron los eurpeos) fue construida con sangre aborgien y negra.... no, prefieren las imágenes de personajes históricos blancos "luchado" por la liberacion de este pais (para posteriormente masacrar a sus minorías étnicas).
México sabe más que Argentina de diversidad étnica (porque no la lograron casi extinguir como aquí lo hicieron los hijos de europeos en sus planes de instaurar "civilización") ,y aunque digas que tu país es producto de dos culturas machistas, defiende más la propia, porque los aztecas, aún y con toda lo que puedas pensar de ellos, tenían más humanidad que aquellos que destrozaron américa, que la violaron, que la saquearon, que la masacraron, que la explotaron.
Los azetcas podían tener comportamiento homosexual sin ser incendiados en hogueras, hubo historias de muchas princesas y mujeres de cierto estatus, que vivieron con una libertad que ninguna europea logró vivir alguna vez (lamento no darte los nombres, tengo muy mala memoria, y el nahuatl me lo complica más :( lo siento en serio).... Los aztecas, podrían tener ritos de sacrificios, pero era su cultura, vivian entendiendo así su vida, y las personas que se sacrificaban, vivian orgullosas de ser sacrificio. Cuando llegaron los europeos, TODOS y TODAS fueron sacrificios de ellos: sus mujeres fueron violadas, sus hombres fueron torturados, tanto hombres y mujeres fueron masacradxs, sus tierras fueron devastadas, su cultura intentó ser borrada, sus dioses fueron aniquilados por cruces.... Hay una relación de poder entre la cultura europea y la azteca que, por mas que me lo pinten oscuro, me inclinaré siempre por la cultura azteca, porque ellos fueron victimas, y porque los europeos, abusaron de su poder.
El machismo es una relacion de diferencia de poder y de privilegio entre hombre y mujer, pero cuidado cuando mezclas un hombre indígena con una mujer blanca..... no todo es machismo liso y llano, esta siempre en el medio el privilegio y el poder de lo "deseado socialmente" que genera situaciones mas complejas.
Y digo esto por tener la sensacion de que de esta entrada solo se entendió el mensaje de denuncia machista, y no se entendió el otro mensaje: el de denuncia racista, producto de diferencia de privilegios nacida de lo "deseable" socialmente.
Muchas gracias nuevamente por leerme ^^, será un honor tener una lectora más. Te lo agradezco, siempre sientete libre de comentar o corregir cualquier error que veas deslizado en mis post, porque esto los enriquece y da lugar al debate, herramienta vital para la construccion de ideas.
Saludos.
Hey, Mako, ando sin tiempo, pero mira está página, probablemente te interese, muy buena:
http://www.ircamericas.org/
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