Sentido

1 de octubre de 2007

Caminando sin sentido, en una ruta marcada en el césped gastado. Caminando con pasos lentos y usados, uno tras otro, en busca de alguna senda que pueda permitir la satisfacción. Sin embargo, allí, donde el césped ha dejado de crecer, sólo se plasman una sobre otra, las huellas de miles de anónimos seres que pasaron, y cuyos huesos, se descomponen más adelante en el camino.

Caminar por lo caminado, tiene tan poco sentido, como el mismo sentido de caminar en sí mismo. Nada tiene una gran utilidad, cuando los esqueletos son lo único que resta, al final de la senda.

Cabizbajos, dando pasos eternos, se puede continuar por aquel gastado camino, pero también se puede caminar sobre el césped nuevo, nunca antes pisado, y desviarse de la senda cuya conclusión es ya sabida.

Mejor caminar por el césped y ver que con el tiempo, se transforma en arena, y ese frescor que daba el verde, poco a poco, comienza a tornarse en un amarillento abrasador bajo el sol duro del desierto.

Caminar sin sentido, pero al menos, caminar por donde no se ha caminado.

Y ya llegando al límite de las fuerzas, se puede caer de rodillas, sobre la ardiente arena, se puede tener la satisfacción de ser el único que ha caminado por tan difícil senda. Se puede desplomarse sobre el suelo, y sólo cuando las pupilas ya se dilatan en un último suspiro, y su satisfacción personal alcanza su apogeo, se puede descubrir, que a pocos pasos, yace un par de huesos...

Todo sin sentido.

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