En silencio, un niño de 12 años pasa por el vagón, dejando a cada persona un pequeño papel pidiendo una pequeña ayuda que consiste en la donación de unas pocas monedas. El chico saluda a los pasajeros dando un apretón suave de mano, que la mayoría rechaza.
Cuando llega al reportero, le extiende la mano, y el hombre, le da ese suave gesto, sin entregarle monedas que solo sostendrán por mas tiempo su miseria. Se miran a los ojos, sintiendo la calidez y la frialdad de las manos.
Sólo un segundo se contemplan. Sólo un segundo dura aquel secreto planteamiento del porqué de la existencia de cada uno de ellos. Sólo un segundo, en donde interactuaron, y ya cuando el niño pasa al siguiente vagón, todo ha sido olvidado.
Y el niño, ya ha pasado al olvido.
El último tren está por salir.
0 Oscuridades:
Publicar un comentario