Suciedad Interna

6 de octubre de 2007

 

El pasado regresa a atacarnos siempre cuando uno está desprevenido. No viene por simple capricho, sino que es llamado por nuestras más profundas falencias en pos de complicar nuestro presente.

Las situaciones que antaño se vivieron, perturban el presente que se asimila a aquellas experiencias. La asociación consciente o inconsciente es la gran corruptora de nuestro presente.

Los sucesos similares, poco a poco comienzan a tener la forma de aquellos acontecidos ha años, y sin percatarnos de ello, ya concluimos con terror las consecuencias de un presente que ante nuestros ojos devendrá en aquel pasado.

El pasado regresa al presente, proyectándose a futuro, con la oscuridad intensificada, con sus garras más afiladas, con su poder engrandecido por la distancia del tiempo. Y quien no advierte que se está repitiendo el pasado, actúa como antaño, provocando que el terror cunda por debajo de la piel, entre las venas, tan callada y envenenadamente...

Creer tras ser traicionado, sólo deja heridas que los nuevos personajes deben aprender a tratar. El traicionado ya no volverá a creer como en tiempos pasados, ya no volverá a tener esa misma inocencia. Podrá simular conservarla, podrá, incluso, intentar reconstruirla como pueda, pero en el fondo, la bipolaridad del pasado y el presente, fusionados con la esperanza y el dolor, perturban la mente donde se disputan el creer y el no creer.

La inocencia que aún puede habitar en algún rincón del ser, seguirá empecinada con su infantil actitud en dar su confianza abiertamente, pero la otra parte, la veterana, la que exhibe con tristeza cicatrices profundas, se perturbará, no se permitirá creer nunca más, no dará la posibilidad de que una herida nueva marque su superficie.

Y así, en esa profunda dicotomía, el humano traicionado intenta recuperar lo imposible, intenta luchar contra lo inevitable...

Esa batalla ya está perdida en la soledad. La oscuridad carcomerá cualquier pequeño resto de inocencia, y ensombrecerá la mirada del traicionado.

La traición, el más terrible de los males, no se acaba con el fin del traidor o con el alejamiento del mismo... es una marca profunda, con la que se debe vivir, pues efectivamente carece de solución...

¿El Traicionado puede volver a creer?

¿Su mente estará en paz en tanto y en cuanto se mantenga bajo el silencio?

¿La ausencia del presente da cabida a ese pasado corruptor?

La mente es el eterno campo de batalla, el eterno caos, la eterna creación y destrucción...

La mente: la que puede traicionar y traicionarnos...

0 Oscuridades: