¿Qué ocurre?, ¿Qué pasa?, ¿Te sientes bien?
¿El mundo siempre ve un sólo rostro en ti?
¿Cómo has pasado el día? ¿Has enfermado o te has sentido feliz?
Sí. Ser feliz. Palabras complejas si las hay. Mejor olvida la pregunta.
¿Cómo te ha ido en el trabajo? ¿Has logrado la venta de aquel pequeño pantalón, que ya de moda se ha pasado, como así también de moda pasó el sentimiento compartido?
Te encuentro justo haciendo las compras para tu hogar. ¡Bello hogar de vacío has creado!. Veo que en la bolsa que llevas, tienes una pequeña botella de Champagne. Probablemente festejarás sintiendo la punzada de la traición.
¡Me alegro tanto por ti!. Al fin encuentras una persona, que sólo te quiere para calentar sus sábanas, en el mejor de los casos, o te permite sentirte prostituta, pero no te entrega billetes, sino unas palabras frías a tu oído, creando junto a ti, la entelequia de una vida que sabes, ya no será la planeada.
¡Oh! Disculpa la franca ironía. Olvida estas palabras, como has olvidado otras, que de mayor importancia, no parecieron afectarte tanto. ¿O quizás ya ni siquiera las recuerdas?. Pobrecita. Tu mente es ‘tan’ selectiva.
Sonríe que aún tienes tanto.
Increíblemente, encontraste la libertad negada desde la infancia. ¿Verdad?. ¿O será una treta más de aquella quimera que has creado con aquél a quien le llevas esa champaña?
No bajes la cabeza, no huyas más de la estupidez. El dolor que se causa, se infecta. La traición duele en el profundo hueco que a cada segundo late en el cuerpo.
No tartamudees explicaciones sin sentido, excusas baratas. Mira el lado bueno de las cosas. Tú nunca caminaste con la sensación de topar en una calle barrial a aquella persona, nunca sentiste su presencia cerca a pesar de saber lo estúpido de la situación, nunca estuviste horas creyendo que el día de tu cumpleaños, aparecería ese ente en tu puerta, nunca siquiera intentaste imaginar unos brazos invisibles que se ciñeran a tu cintura con fuerza. Con aquella fuerza delicada y aromatizada que sólo ‘esos’ brazos dejaban...
Sonríe. Ahora eres feliz. Sí, Palabras complejas si las hay.
Cada noche te rodean brazos mejores que aquellos que antaño te estrecharon. Brazos fornidos, de ancho importante, que te sujetan con cierto grado de posesión. No esas pequeñas extremidades de suave piel, que intentaban en su torpeza, darte una libertad que desconocías.
No. ¿Quién querría brazos así?. Tú precisas de esa seguridad, que sólo el que compartirá hoy contigo ese Champagne puede darte.
Levanta el rostro. Esta noche tendrás un cuerpo sobre el tuyo, que reclamará lo que es de su propiedad, sin importarle mucho lo que desees. ¡Eso es seguridad!. No ese cuerpo pequeño que con torpeza, pedía permiso al acceso de tus rincones, que temeroso por tu incomodidad, preguntaba en susurros tu sensación de libertad. ¡Eso no es seguridad!. Palabras complejas si las hay.
Mil veces mejor el hombre que luego de saciarse, se duerme a un costado de la cama, sumiéndose despreocupado en el sueño, marcándote con el gesto, el agradecimiento por haber tenido ese pequeño detalle de haber comprado una botella de Champagne. Eso es amor. No ese empecinamiento que aquella persona tenía, quien te mantenía despierta por horas, acariciando lánguidamente tu cintura, tu espalda, y degustando tu aroma, escurría sus dedos hacia la nuca, para jugar con tu cabello, mientras susurraba con estúpida tranquilidad, todo aquello que sentía, sintiéndose vulnerable. Todo eso que en verdad, a ti, no te servía para nada. Sólo era un ruido molesto, ¿verdad?.
No hay nada mejor que un hombre embistiéndote, cegado por el placer, moviéndose sobre tu cuerpo con celeridad. Eso con nada lo puedes reemplazar. Y menos, con ‘aquella’ persona.
Debes estar orgullosa. Lograste superar en tan poco tiempo el recuerdo de ese ser al que le mentías envuelta en tu confusión.
No. Tranquila. No vuelvas a tartamudear. Te entiendo perfectamente. Deja las excusas baratas. Todo aquello que le has dicho a ese estúpido ser, había sido producto de tu confusión, o era simple mentira para disparar el experimento deseado. Eres muy buena estratega.
¡Lo bueno, es que ahora, ya estás tan libre!.
Lograste de aquel ente, el reafirmarte a ti misma como lo que eres. Una bella mujer que compra una botella de Champagne, para conmemorar el día en que decidió ser feliz. ¡oh!, Sí. Palabras complejas si las hay.
Pero al menos, con seguridad, puedes afirmar, que te encuentras completa.
Por cierto, ¿y tus hijos?. ¿Cómo?. ¿No los han tenido aún?. ¿Por qué?
¡Ah!. ¿No puedes tener hijos con quien no amas?.
¿Qué dices? ¿Lo dice la joven que ha comprado esa botella de champaña? ¿Lo dice quien goza cada noche su ‘seguridad’? ¿Lo dice la misma chica que vende ese pantalón pequeño pasado de moda, exhibiendo esa sonrisa tan vacía?
No. No llores. Sonríe tan vacío como siempre...
Tienes a un hombre...
Eres feliz. Palabras complejas si las hay.
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